Bienvenidos a nuestro blog

Este blog estará siempre abierto a aquellos que de forma independiente y desinteresada deseen aportar su granito de arena para difundir y engrandecer la cutura de la tauromaquia en cualquiera de sus manifestaciones.

miércoles, 25 de junio de 2014

"El toro que interesa". Una razón para cuantificar la bravura.


Álvaro Domecq hablaba del “toro que interesa”. No siempre quedaba claro cual es el toro que interesa ni tampoco a quien se refería con aquello.

Álvaro Domecq hablaba del "toro que interesa"
El toro que interesa ¿a quien?, ¿al ganadero?, ¿al torero?, ¿al público?, ¿al aficionado?

Sin embargo, podemos deducir a la luz de sus escritos que D. Álvaro Domecq escondía detrás de esta expresión una afirmación de gran profundidad:

"Hay un toro que interesa a todos".

Ese es el toro que hemos de encontrar y en esa dirección hemos de enfocar nuestros esfuerzos.

Como aficionado muchas veces me he hecho la pregunta del millón:

- Pero yo, de verdad, ¿se ver al toro?

Y, a medida que voy acumulando tentaderos y festejos, me doy cuenta de que mis carencias son mayores. Nada más salir la becerra, el novillo o el toro, oigo comentarios de los profesionales haciendo un juicio inmediato de las cualidades del animal. Ellos aparentan estar de acuerdo sobre un montón de cualidades que yo todavía no he sido capaz de apreciar.

En la mayoría de las ocasiones tienen razón, pero al acabar la tienta o la lidia del animal sólo en los casos más claros sería capaz de dar una opinión, limitada a un juicio global sobre el comportamiento del animal, sin demasiados matices y sin demasiada firmeza sobre mi propia opinión.

A la pregunta ¿ha sido realmente bravo? No siempre tengo claro que responder.

A la pregunta ¿es este el toro que interesa? Tal vez tenga una respuesta más clara pero no siempre es así.

En definitiva, me falta criterio. Mejor dicho criterios. Expresado en plural me resulta más fácil abarcar la complejidad del problema.

Todos los ganaderos ponen notas en sus libretas de tientas y yo, a veces me entretengo también en hacer mis propias anotaciones, para guardar el dato escrito de la percepción instantánea de la bravura.

La bravura es una cualidad mágica de los animales que vuelve voluble la parte del cerebro en la que almacenamos su memoria y así, con el tiempo, cada vez que rememoramos el recuerdo de la embestida de un animal, la percepción diferida de su bravura se revela de forma diferente, mitificada o diluída en función de no sabría qué razones.

Por eso me han atraído siempre las soluciones que muchos ganaderos, científicos y aficionados han tratado de dar al problema de cuantificar lo que en todo caso son sensaciones subjetivas.

Tal vez porque la inseguridad necesite certezas para hacerse soportable, tal vez porque en esa búsqueda del toro que interesa a todos podamos encontrar espacios de intersección en los que encontrar acomodo común a nuestro ideal del toro bravo, os ofrezco mis criterios que no pretenden impartir doctrina sino ordenar una reflexión personal.

Se trataría de definir un método sencillo en base a criterios fácilmente apreciables por el aficionado común que le permitieran hacer una valoración amplia, global, equilibrada y asumible por el conjunto de los que participan en el espectáculo de cómo ha sido el comportamiento de un determinado animal, poniéndolo en referencia con el ideal que perseguimos de encontrar ese punto común que es lo que hemos llamado “el toro que interesa”.

Dejo al margen de este artículo los aspectos sanitarios y los que corresponden a la integridad del animal y la ausencia de manipulaciones que son puntos de partida básicos y exigencias sobre los que ya hablan de forma clara los diferentes reglamentos en vigor.

Características físcas.

Presentación y Fuerza: Cualidades excluyentes

El toro tiene que parecerlo y disponer de la fuerza necesaria para poder afrontar el desafío de la lidia y desarrollar en plenitud sus cualidades.

No me cabe ninguna duda de que una presentación inadecuada y la falta de fuerza invalidan al toro y quitan importancia a lo que el torero hace con él. Degradan el toreo convirtiendolo en algunos casos en una burda caricatura de lo que debe ser.

Y sin embargo, aunque en principio parecería este un buen campo para llegar a acuerdos sencillos vemos pitar desde el tendido la presentación de numerosos animales que a las 12 de la mañana han sido aprobados por el ganadero, veterinarios, cuadrillas y autoridad. ¿Por qué?

Tal vez convenga en este punto, por lo tanto detenerse en el concepto de lo que, a mi juicio, es una presentación adecuada.

Para mí resulta adecuada la presentación de un toro si auna tipo y trapío acordes con la ganadería de procedencia y la plaza de destino.

Componentes para una presentación adecuada del toro

Esto exigirá que la ganadería esté bien definida y, aun con variantes, permita reconocer en ella los caracteres distintivos de su origen. Cada animal se ajustará más o menos al tipo de la ganadería en la medida en la que en él se reconozcan un mayor o menor número de aquellos caracteres.

¿Se parece a quien debería parecerse?
Resulta obvio señalar que la valoración del tipo de un animal exige del que evalúa un conocimiento suficiente de la ganadería a la que pertenece y de aquellas otras de las que procede. Esto, que no es esperable en el público mayoritario, sí es exigible en diferentes grados a aficionados, toreros, empresarios, presidentes y veterinarios.

"Por lo tanto nada más ver salir al toro el aficionado no debería preguntarse si es grande o chico sino si se parece o no a quien debería parecerse, rechazando a aquellos que no respondan afirmativamente a esta pregunta".

La valoración del trapío, sin embargo, exige hacerse una pregunta previa que frecuentemente se olvida: ¿dónde estamos?

Así podríamos entender que el listón del trapío lo marca la categoría de la plaza, no la báscula ni los pitones y podríamos aceptar con naturalidad que lo que es un trapío que podría calificarse como “medio” para Soria sería “insuficiente” para Madrid.

El trapío debe ponerse en relación con la categoría de la plaza
De este modo, los únicos datos relevantes de la tablilla pasan a ser el hierro y la edad, datos que por otra parte ya pueden apreciarse marcados a fuego sobre la piel del toro, lo que me permite sostener sin grandes desgarros morales lo conveniente que resultaría para la fiesta la eliminación de la tablilla.

"Por lo tanto nada más ver salir al toro el aficionado debería preguntarse si el trapío del toro corresponde con la categoría de la plaza en la que se encuentra, rechazando aquellos que no alcancen un valor relativo que pueda calificarse como medio o alto".


El toro debe disponer siempre de la fuerza necesaria
Más arriba señalaba que el toro debe disponer de la fuerza necesaria para poder afrontar el desafío de la lidia y desarrollar en plenitud sus cualidades.

Esta cualidad debería ser un requisito excluyente tanto en la selección como en la lidia y corresponde en la plaza al equipo presidencial su evaluación.
"Por lo tanto el aficionado no debería aceptar la lidia de toros que no dispongan de la fortaleza suficiente, rechazando en los primeros tercios aquellos animales con poca fuerza o que no ofrezcan la posibilidad clara de venirse arriba en el transcurso de la lidia".






Características del comportamiento

El toro tiene que acometer, debe ser toreable y durar lo suficiente.

Superadas las categorías excluyentes de presentación y fuerza, el toro que interesa tiene que acometer pero a la vez debe ser toreable y durar lo suficiente como para que la lidia se desarrolle de forma completa y equilibrada en todos sus tercios.

¿Es esta la definición de la bravura? Tal vez. No me atrevo a formularla pero tal vez nos aproximemos profundizando en las cualidades de comportamiento que hacen que el toro resulte apto para la lidia. Cualidades que deben acompañar a la acometividad, cualidades que determinan las posibilidades para hacer el toreo de hoy y en algunos matices sobre cómo debe ser el comportamiento del animal a lo largo del tiempo que dura la lidia moderna.

Factores de comportamiento que deben apreciarse de forma equilibrada y transversal a lo largo de todos los tercios de la lidia y que deberían evaluarse de forma diferenciada en el caballo y en la muleta al ser estos los momentos que constituyen la esencia del arte de lidiar toros bravos.


Factores que permiten definir el comportamiento del toro


La acometividad es la capacidad de embestir que tiene el toro

Sin embargo resulta fácil entender que no es suficiente con que el toro embista, no es aceptable que lo haga de cualquier forma sino que esta cualidad de embestir está modulada por diferentes factores.

No interesa igual el toro fiero que el toro que a pesar de embestir rehuye la pelea, como no interesa por igual el toro tardo que el que sorprende, el que repite o el que se para.

Se impone por lo tanto descender un nivel y aproximarnos a los parámetros que acompañan a la acometividad y que para mí son por este orden prontitud, repetición y fiereza.

De este modo deberíamos valorar cuando inicia la embestida el toro, cuantas veces es capaz de repetirla y cual es el nivel de agresividad con el que lo hace.

Estas cualidades de comportamiento deben apreciarse, a mi juicio, de forma diferenciada tanto en el caballo como en la muleta.

A partir de aquí cada uno podría establecer la intensidad con la que ponderar estos parámetros en función de sus gustos personales, pero la necesidad de que los tres parámetros se presenten de forma reconocible en ambos tercios de la lidia, ofrece suficientes espacios para encontrar puntos de equilibrio en nuestra búsqueda del toro que interesa.

A su vez para cada uno de los parámetros es posible establecer criterios fácilmente reconocibles por el aficionado para su evaluación huyendo de otras características de más difícil identificación como serían la clase, la profundidad u otras equivalentes.

Fiereza y agresividad son cualidades necesarias
El uso de una escala numérica de 0 a 10 y señalar distintos niveles permitiría graduar la intensidad con la que se aprecia en el animal la característica identificada en el criterio de evaluación.

"No debería el aficionado, admitir toros tardos, que les cueste repetir o que carezcan de la fiereza y agresividad mínimas que les impida aportar la emoción necesaria para que surja el toreo en plenitud".


Toreabilidad es fijeza, humillación y recorrido
El toro debe ser toreable.

Para ello hemos visto que es necesario que el toro tenga fiereza y embista, pero esto por sí mismo no es suficiente. No resulta indiferente la forma de embestir ni es posible torear cualquier tipo de embestida.

Este razonamiento, derivó en el concepto de toreabilidad, que en absoluto debería tener -y a mi juicio no lo tiene- una interpretación peyorativa sino que nos ofrece una oportunidad para el análisis y para fijar en la medida en que nos resulte posible, un criterio propio que estará relacionado de forma muy directa con los tipos de toreo que, como aficionados, seamos capaces de apreciar.

“El toro que interesa” es el toro toreable pero aquí nadie ha dicho que es lo mismo un toro toreable que un toro tonto.

Habría que extender, a mi juicio, el concepto de toreabilidad también al comportamiento del toro en el tercio de varas, porque torero y picador también en este tercio torean, huyendo del reduccionismo que, a mi juicio supone vaorar de forma exclusiva el comportamiento de toros y toreros en el último tercio.

Los parámetros que, a mi juicio, hacen toreable a un toro son por este orden, la fijeza, la capacidad de humillar y la longitud de su embestida, prescindiendo de éste último parámetro en la valoración en el caballo.

No interesa el toro al que acompaña la emoción de la tragedia
Se trata por lo tanto de encontrar un toro que tenga la capacidad de centrar su atención allí donde lo llamen, de entregarse en la embestida por abajo y de ir hasta donde los brazos y el corazón del torero sean capaces de llevarlo.

"No debería dar por bueno el aficionado el toro sin fijeza, que se orienta, que no humilla o que se vuelve sobre las manos, el toro al que acompaña la emoción de la tragedia".


Quince pases ya no son suficientes.

El toro debe durar lo suficiente para permitir la lidia tal y como hoy se entiende.

Y en la escala temporal, a lo largo de la lidia el toro debe sostener o mejorar sus cualidades.

Es necesario por lo tanto incorporar esta exigencia al método de evaluación y a su vez establecer una escala de criterios que cuantifique en la medida en que sea posible esta característica desde lo que va a ser una apreciación subjetiva del tiempo.

"No debería el aficionado dar por bueno el toro que no dura y se para, el que va a menos o el que se raja, por más bravo que pareciera mientras duró".







Valoraciones parciales y valoración final.

Si hablábamos de que la valoración del toro debería hacerse de forma diferenciada en función de su comportamiento en el caballo y en la muleta, no debería rehuirse la pregunta recurrente de cual de estos aspectos resulta más importante.

En este punto, la clave estaría en la relación directa que tiene cada uno de estos aspectos con la posibilidad de alcanzar el reconocimiento del público y de los aficionados.

Y resulta evidente que en el arte de lidiar toros bravos en este momento el comportamiento en el caballo no resulta determinante para la obtención del triunfo, como sí lo está siendo el comportamiento en la muleta.

El toro que interesa, estaremos de acuerdo en que es el toro que permite triunfar y por ello no debiera considerarse herejía para el aficionado establecer una ponderación diferenciada entre el comportamiento que tiene el toro en el caballo y el que después manifiesta en la muleta.

Mi valoración final del comportamiento se compondría de las notas separadas en caballo y muleta ponderadas de acuerdo con la siguiente ecuación:

Cálculo Nota Global = 0,40 Nota en Caballo + 0,60 Nota en muleta


Conclusión final o cuál es el toro que interesa.

Poco más o menos, así embiste el toro que a mí me interesa
Al margen del ejercicio aritmético y de la valoración cuantitativa de uno u otro animal, una visión de conjunto del método que se propone nos permitiría, a través de las notas mínimas establecidas describir cual es el que, a mi juicio, responde a la expresión que D. Álvaro Domecq señalaba como “el toro que interesa”.

"El toro que interesa, es un toro que por presentación se ajusta al tipo de su ganadería y que tiene un trapío medio para la plaza en la que se lidia.

El toro que interesa, es un toro que tiene las condiciones de fortaleza suficientes para aguantar las exigencias de la lidia.

El toro que interesa, es un toro pronto, que va cuando lo llaman, que repite siempre y con un grado de agresividad que emocione al público pero que a la vez permita su dominio al torero capaz.

El toro que interesa, es un toro que mantiene su fijeza, que embiste humillado y que tiene un recorrido largo.

El toro que interesa, es un toro que dura lo suficiente para admitir la lidia actual y que va a más a lo largo de la misma".


No se si esta se aproximará a la definión del toro bravo, pero definitivamente es este el toro que a mí, como aficionado me interesa.

¿Hierros, encastes, pelos y pintas? No me parecen decisivos, he reconocido el toro que me interesa en ejemplares de muchos hierros, encastes, pelos y pintas.

Todos con matices, todos me interesan.