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Este blog estará siempre abierto a aquellos que de forma independiente y desinteresada deseen aportar su granito de arena para difundir y engrandecer la cutura de la tauromaquia en cualquiera de sus manifestaciones.

martes, 30 de junio de 2015

Autos de Fe


Los autos de fe eran actos públicos organizados por la Inquisición española en los que los condenados por el tribunal abjuraban de sus pecados y mostraban su arrepentimiento —lo que hacía posible su reconciliación con la Iglesia Católica— para que sirvieran de lección a todos los fieles que se habían congregado en la plaza pública o en la iglesia donde se celebraban.


El propósito de los procesos de la Inquisición no era salvar el alma de los condenados sino garantizar el bien público «extirpando» la herejía. De ahí que la lectura de las sentencias y de las abjuraciones tuviera que hacerse públicamente "para edificación de todos y también para inspirar miedo", como señalaba el jurista Francisco Peña en 1578 en su comentario del Manual del Inquisidor de Nicholas Eymerich. Así pues, era imprescindible que el condenado afirmara ante el público congregado que había pecado y que se arrepentía, para que sirviera de lección a todos los que le escuchaban.

Y esto que comenzó como un acto religioso, de penitencia y justicia, acabó siendo una fiesta pública a la que las gentes acudían, curiosas, en tropel.

Según el Manual de Inquisidores de Nicholas Eymerich, "Conviene que una gran multitud asista al suplicio y a los tormentos de los culpables, a fin de que el temor les aparte del mal". "Es un espectáculo que llena de terror a los asistentes y una imagen terrorífica del Juicio Final. Pues bien, éste es el sentimiento que conviene inspirar".


En el relato del primer auto de fe celebrado en Toledo el domingo 12 de febrero de 1486, en el que se dice que 750 judeoconversos reconciliados salieron en procesión de la Iglesia de San Pedro Mártir. "Con el gran frío que hazía, y la desonra y mengua que recebían por la gran gente que los mirava, porque vino mucha gente de las comarcas a los mirar, yvan dando muy grandes alaridos, y llorando algunos se mesavan; créense más por la desonra que recebían que no por la ofensa que a Dios hizieron".

No me ha resultado complejo localizar esta información, me bastó acudir a la wikipedia y parecería cosa del pasado si no fuera porque hoy estamos asistiendo al renacer de esta práctica en el marco de las redes sociales.

Dos han sido los últimos reos que han alcanzado mayor notoriedad pública y por ello han sido más celebrados por intolerantes e inquisidores: Leo Harlem y Samantha Vallejo-Nájera.

Verdaderos reos de organizados autos de fe animalista. Acosados y perseguidos hasta abjurar de sus pecados de acercamiento o comprensión hacia la tauromaquia. Pero no de forma privada, sino colocados en picota pública, amenazados, avergonzados y abochornados por una caterva de dementes, no han podido resistir la presión y se han visto obligados a “reconocer públicamente su culpa”.

Privados sus derechos, de las más elementales libertades, sus casos se airean y ventilan en las redes sociales con estrépito con el fin de extender un sentimiento de terror entre todos los que tengan una imagen pública que puede verse inmediatamente comprometida y vilipendiada.

Y ellos, que se sienten obligados a elegir entre su trabajo, su imagen pública y su afición ceden y se reconocen culpables. Piden disculpas y ofrecen muestras de arrepentimiento para triunfo y alborozo de ese rebaño de descerebrados.

Nadie soy para exigir nada a nadie, pero si para recordar que muchos murieron sin arrepentirse de sus errores pues nada de lo que se les acusaba era pecado.

¿Sirvió de algo? Tal vez a ellos no pero a nosotros sí. Es hoy el día en el que los recordamos como hombres y mujeres dignos de memoria, defensores pacíficos de sus convicciones y ejemplos de libertad y progreso.

Y da igual que se trate de artistas, escritores, cantantes, políticos o cocineros. En estos días ser aficionado a los toros tiene un precio cada día más alto.

Hoy escribo esto con tristeza al ver como en el siglo XXI vuelven a soplar en España medievales vientos de inquisición y censura. Hoy vemos como en España se limita y coarta el libre acceso a la cultura.

¿Deberemos asistir impasibles a los nuevos autos de fe?

sábado, 27 de junio de 2015

Finalizamos mirando al futuro


El sábado pasado finalizamos nuestra temporada de 2015 del taller de tauromaquia para aficionados prácticos.


Y con esta han sido ya 6 ediciones en las que hemos ido tratando entre todos de cuajar un grupo de aficionados que cada día se va haciendo más grande.

También hemos tratado de hacer compatibles todas esas cosas que a veces hablamos en nuestras reuniones y que tanto nos importan: nuestra afición por torear y la sensibilidad con los que empiezan y quieren abrirse paso en la profesión de toreros.



Por eso me siento especialmente feliz de que hayamos puesto punto y final a esta temporada mirando al futuro y qué mejor forma que invitar a compartir nuestro tentadero a 3 alumnos de la Escuela Taurina de Medina de Rioseco.

Tres muchachos, Javi, Luis y Daniel que tuvieron la ocasión de dar sus primeros muletazos con nuestro grupo. Quién sabe si algún día cumplirán el sueño de vestir de luces y llegar a matadores de toros. En todo caso lo que es seguro es que a nosotros nos regalaron una nueva ilusión y que ellos hicieron ya sus primeros partidarios.

Javier Sánchez Mira

Luis Enciso

y el pequeño Daniel Martín dieron con nosotros sus primeros pasos delante de los animales como alumnos de la Escuela Taurina de Medina de Rioseco


Ahora que hacemos balance de la temporada, es bueno agradecer a todos los que nos han ayudado a hacer posible esta edición:

Ganaderos: Manuel Ferrero, José Mayoral y José Carlos Cañero.

Toreros: Santiago Castro Luguillano, Jorge Manrique, Alberto Durán, Pablo Santana, Paco Carmona, Ricardo Maldonado, José Manuel Serrano, Ángel Moreno García.

Periodistas y amigos: César Mata, Santos García Catalán, José Luis Prieto

Aficionados y compañeros de ediciones anteriores: Juan Ángel García, Juan Mateos, Alberto Marcos, Nacho García Amado…

Me gusta ponerlos a todos (espero no dejarme a nadie) porque el taller de tauromaquia es la suma de mucha gente que pone a nuestro servicio su tiempo, su ilusión y sus recursos. Es importante valorarlo y saber agradecerlo.

Y por supuesto, los más importantes, que sois vosotros, los que habéis puesto altísimo el listón de la próxima edición con un nuevo ejemplo de afición y amor por nuestra fiesta.


Os lo cuento, así fue nuestra temporada:

Comenzábamos nuestros entrenamientos en el Pinar de Antequera, junto a Valladolid, ahí donde un claro entre los pinos dibuja el ruedo en el que han soñado todos los que han querido ser en Valladolid. Aquí nos acompañó el maestro Pablo Santana.




Visitamos en nuestras sesiones de salón, junto a Alberto Durán y Ricardo Maldonado, la bellísima plaza de toros de Toro en Zamora. Un sitio donde sólo entrar al ruedo uno no puede evitar soñar con torear aquí algún día de verdad.








Pero la mayoría de los toreros, se refugian en el campo para entrenar. Esto es fácil para nosotros gracias a las facilidades que nos da nuestro amigo César Mata que nos deja disponer cuando queremos de su preciosa Quinta de Tierz. 
Allí, sintiendo la cercanía de los animales y el contacto con la naturaleza hicimos una nueva sesión de toreo de salón. Aprender a torear jugando a embestir.














La mayoría de nuestro grupo está formada por vallisoletanos. Todos hemos pasado muchas tardes sentados en el graderío de piedra del coso del Paseo de Zorrilla. Era el momento, por un día, de pisar el ruedo con nuestros trastos, allí donde vimos torear a Jorge Manrique, Roberto Dominguez, David Luguillano, Manolo Sánchez, Robles Palomar, Ortega, Joselito, El Cid, José Tomás... tantos que no cabrían en este blog. Pues allí mismo tuvimos la oportunidad de jugar al toro y pasar una tarde excepcional.

































Pero, claro, también hemos toreado, y bastante. 
Comenzamos en Cantoblanco, con becerras de lujo, encaste nuñez. Que no nos digan que sólo toreamos domecq porque este año ni olerlo.
Aquí debutaron los nuevos y los que llevamos más años pudimos quitarnos las telarañas del invierno.












































































Y de Cantoblanco pasamos a la finca Carmonita. Allí Pepe Mayoral cría sus "santacolomas". Comprobamos en primera persona que es verdad eso que dicen que cada encaste tiene una embestida diferente y la importancia de la firmeza.




























































Ya entrada la primavera, en el mes de mayo, fuimos a la ganadería de José Carlos Cañero. Hicimos una jornada completa, entrenamiento, comida campera, tertulia y tentadero.
Nos las vimos con un poco de todo, atanasias y vegavillares. Pero sobre todo tuvimos la suerte de contar con la visita de uno de nuestros toreros favoritos: Paco Carmona que nos explicó muchas cosas de eso que se llama "el toreo por dentro".






































Y así, casi sin darnos cuenta llegamos a nuestra última sesión. Volvimos casi donde empezamos.
A Cantoblanco, a torear las que quedaban de esa puntita de nuñez con las que arrancábamos nuestra temporada.
Aprovechamos para compartir una tarde con el maestro Santiago Luguillano. Celebración discreta, a nuestro modo de sus 50 años de alternativa.
Y os aseguro que veros torear compartiendo el burladero con el maestro son palabras mayores. Una lección de tauromaquias más sencillas, más eficaces quizás más sinceras y más toreras.






















































En fin, esta fue nuestra temporada, modesta, sin lujos pero hecha con lo mejor de cada uno de los que habéis participado. A mí desde luego, este año no se me va a olvidar.