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domingo, 3 de noviembre de 2013

¡Los dos pies asentados, que la huela y no la toque!

“Ya le digo yo que me moriré sin saber lo que son los toros. Pero esta fiesta es tan original, que quien ve tres corridas se cree que puede poner cátedra.
En los toros no se pone de acuerdo nadie más que el buen torero con el toro, y para eso, algunas veces”.

Esto decía- entre otras cosas- Manuel Megías Rapela, el papa negro en una entrevista a un revistero de su época. (Ver enlace)
Si al gran patriarca de los Bienvenida se le hacía corta la vida para terminar de aprender lo que son los toros, pensar que uno puede aportar algo en esta materia sería sin duda pecado de soberbia.

Me apetecía, sin embargo, compartir con vosotros algunos momentos vividos complementándolos con algunas ideas a través de las cuales voy descubriendo yo algunas cosas acerca de eso que me gusta llamar el bien torear.


El Temple es el fundamento mismo del toreo de calidad y consiste llevar el engaño a la velocidad del viaje del toro, pero un poco por delante, sin que los pitones lo rocen, siempre al mismo ritmo que el toro”. Rafael Comino Delgado

 
"El temple es algo más que torear con lentitud, es dar la impresión de que paras al toro. El temple no es torear despacio, y puede serlo a la vez. No es torear deprisa y puede serlo a la vez. El temple lo marcan las condiciones del toro, la velocidad del toro”. Santiago Martín El Viti.

 
El Temple da fuerza al toro que no la tiene y la quita al que le sobra”. Con temple, sin brusquedades, el toro con poca fuerza se va afianzando y se le pueden pegar pases, mientras que si tiene mucha fuerza poco a poco la va perdiendo, por el cansancio de perseguir el engaño, que lo lleva muy largo, sin lograr cogerlo". Pablo Lozano.


Cuando se templa, se lleva al toro enganchado con el capote o muleta y los brazos o brazo respectivamente”. Rafael Comino Delgado


El temple pone de acuerdo al movimiento del toro que embiste y el movimiento del hombre que torea. Se templa el instinto con el instinto; para torear hace falta temple. Temple en capote y muleta que se lleva al toro; temple en el brazo que torea; temple en el hombre que torea con el brazo; para torear hace falta ser muy templador”. Gregorio Corrochano.




“El temple depende del toro, como todo lo que se hace en el toreo. Si no van de acuerdo el movimiento del toro y la mano del torero, no hay temple, aunque haya lentitud”. Gregorio Corrochano.


“Si se torea con rapidez, si se lleva el instrumento de toreo a más velocidad del temple del toro, éste puede perder o variar el objeto de su codicia, modificar la acometida, destorearse si iba toreado, y hasta rematar en el bulto. Lo menos que puede acontecer es que la suerte se malogre, no se remate y, por tanto, no se ligue el toreo”. Gregorio Corrochano.



“Si se torea con lentitud, si se lleva el instrumento de toreo a menos velocidad del temple del toro, éste derrota donde alcance el capote o la muleta, y allí termina la suerte, que no es donde debe terminar”. Gregorio Corrochano.


La mayor parte de los enganchones y los desarmes son debidos a que por falta de temple, el toro derrota antes de terminar la suerte. Cuando la suerte no carga y se remata en su sitio, es inevitable que el torero se enmiende, y al enmendarse, los pases sueltos, no se ligan, porque cada pase es el comienzo de una faena que no se sigue, que se interrumpe, porque como no se lleva al toro toreado hasta donde debe ir, no derrota donde debe derrotar, y la faena se corta”. Gregorio Corrochano.


 
No es lo mismo “pasar”, que “obligar a pasar”, que “ver pasar”. En lo primero hay imperativo, mando, que no debe confundirse con el contemplativo “ver pasar”, aunque acuse tranquilidad. El toreo tiene una finalidad (no nos cansaremos de repetirlo): dominar al toro, y al toro no se le domina nada más que cuando la muleta tiene el mando de la mano del torero. Con la muleta bien mandada se torea tan limpiamente que el toro va por donde quiere el torero”. Gregorio Corrochano.
 


"El temple, que según mi padre comenzó a practicarlo El Guerra, es acompasarte a la embestida del toro y, poco a poco, hacer que él se acople a la tuya". Marcial Lalanda.
 
 

El temple es insuflar tú con los engaños un cierto ritmo a la embestida del toro, para llegar a ralentizarla". Joaquín Bernadó.



“Dicen que se da el temple cuando se atempera la embestida de un toro o cuando se ralentiza, e incluso si la muleta se acopla a la velocidad de movimiento del animal. Es cierto, puesto que a todos los que sentencian estas opiniones, les asiste la verdad. Sin embargo, en mi opinión, todo eso conlleva una condición imprescindible, y no es otra que: el que es capaz de torear con todo el cuerpo es poseedor del temple”. Fernando Cámara.


 

Yo todo esto lo resumo en que “Para torear bien hay que echarla adelante y traer al toro a su velocidad. Los dos pies asentados y los trastos a un dedo de la cara. Que la huela y no la toque”. 


Aunque todavía hay ocasiones, las más, en las que uno con defenderse ya tiene bastante.


 

4 comentarios:

  1. En primer lugar, me ha gustado mucho, Felipe . Yo creo q ue el temple, es el toreo. De una manera muy general. El que templa, torea. Y creo, que es dificilísimo. De hecho, no todos los toreros son capaces, desde mi punto de vista. Un abrazo. Alberto M. Morante.

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    1. Claro Alberto, pero como se dice en el blog de José Morente, para torear bien además de temple hace falta compás.
      La pena es que de esto último no he encontrado fotos que lo expliquen y mira que me esfuerzo....

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  2. Si, el compás. Además de las consideraciónes técnicas, para mi, el temple puede volverse en cosa musical. Hay una rítmica en el buen galope del toro, algo que se oye con el martilleo de las pezuñas en el suelo, con la sonora respiración ; una metrica en las arrancadas, como frases musicales mas o menos desarrolladas ; una harmonía en la succeción cadenciada de las embestidas y de los silencios de las pausas. Se desarrolla en fondo un aire proprio a los muletazos, a las tandas de muletazos, y luego a las faenas (escasamente de acuerdo con el paso-doble de la banda !). Es así que lo percibo. Creo que ciertos toreros tienden hacia unos toques que le pertenecen, que acuerdan con el « son » del animal y que expresan con el temple. Siempre hé pensado que había toreros que toreaban en modo mayor, otros en modo minor, que había faenas por seguiriyas, otras por tientos, otras por alegrías, y otras… por cacofonías !
    Amical salut

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    1. En efecto, así lo creo también y así lo subraya a veces el público con el tono de sus olés. (Nos habló de esto hace algún tiempo el maestro Santiago Luguillano.

      (http://tallerdetoros.blogspot.com.es/2011/11/el-ole-de-madrid-te-dice-que-clase-de.html )

      Queda pendiente para una nueva entrada el tema de la composición y estructura de la faena entendida como obra completa.

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