Hay lugares en los que puede ocurrir cualquier cosa.
En una ocasión dijo Juan Belmonte que si en Sevilla alguien pidiera alguna vez leche de pájaro se encontraría.
Tal vez no sea necesario viajar hasta Sevilla.
Por si alguien alguna vez la necesita, puedo afirmar que el domingo pasado encontré el lugar en el que se encuentra la fuente de tan excepcional elixir.
Camino de Salamanca, nada más pasar Alaejos, se encuentra Valdeguareña. Un lugar discreto, algo apartado, con un aire como olvidado que nos transportó a un mundo no real.
Un mundo en el que todos los animales embestían y en el que todo el que toreó estuvo bien.
Un mundo en el que se olvidaron de inmediato demoras, inquietudes, temores y contratiempos.
El lugar en el que se custodia, casi en secreto, el grial bendito que contiene el placer de torear.
Os dejo un resumen con la prueba de sus efectos.
Desde aquí os envío mi felicitación a cuantos tuvísteis la suerte de participar y mi agradecimiento a todos los que nos habéis guiado en esta nueva y loca aventura, Mario, David, Suso, Hermi y cuantos habéis participado en las clases de salón y en los tentaderos.
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