A pesar del lírico final que se auguraba para esta vacada en el Opus 14 de Tierras Taurinas dedicado al encaste Gamero Cívico, la ganadería de Clairac no ha entregado su penacho y el mosquetero sigue intacto y dispuesto para una nueva batalla.
Después de algunos años, los ganaderos de Clairac parecen ver el final de su largo viaje.
Una vez desandado el doloroso camino que en este juego de la oca que es la selección de la bravura obliga a retornar del laberinto al 30 a aquellos que se vieron obligados a salirse de tipo en la vorágine de la tablilla y los pitones, se muestran listos para avanzar y continuar la partida.
Y así en los cercados de la Moral de Castro madura y reposa la camada del 2013 que por tipos, hechuras y pelajes anticipa una añada de calidad excepcional.
En tiempos de uniformidad en los que las pocas concesiones a la diversidad parecen admitirse únicamente si van cubiertas bajo un manto cárdeno, la apuesta por destilar una bravura diferente pasa hoy por una oferta reducida y exclusiva.
Pero también pasa por la información a los aficionados. Por refrescar la memoria de los que todavía recuerdan aquellos toros que no se comían a nadie pero que no se dejaban torear por cualquiera. Pasa por mostrar a los más nuevos que en el campo la variedad de comportamiento, la belleza y la bravura se mantienen.
¿Quién no querría verla en la plaza?
Os invito a través de este paseo por el campo a conocer y redescubrir una ganadería y un encaste que iniciaron su andadura en 1883 y que en 1925 trajo a la Moral de Castro una de las cinco partes en que se dividió la ganadería de Gamero Cívico.
Desde entonces se ha mantenido fiel a sí misma y es hoy, por derecho propio, un encaste único.
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En la ganadería de Clairac nos abren sus puertas para recibir este 2015 |
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En el silencio del campo, todo recuerda al toro |
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La sólida belleza del muelle aguarda el trasiego de reses, y devuelve la libertad perdida a sobreros y toros que regresan. Su geometría perfecta y su construcción nos recuerdan que lo bien hecho perdura | |
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La plaza de tientas es la definición de sobriedad y al pisar su arena uno se estremece al pensar que por allí ha pasado toda la historia del toreo | |
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El muelle del antiguo embarcadero, granito y tradición, lleva nuestra vista hacia un horizonte de bravura |
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... madres de estampa y seriedad de raza antigua |
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... de miradas de fuego |
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de nobleza y fiereza |
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que imponen respeto. |
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En el hato de vacas las hay de todas clases, jóvenes curiosas que nos observan desde detrás de los árboles |
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de galope ligero que levitan sobre la pradera aún escarchada |
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las que nos ignoran y buscan el refugio de la piara |
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y las que prefieren desafiar al intruso |
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Algunas, con edad, tienen trapío de toro |
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Otras, se muestran dispuestas a defender a su cría |
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Pelos variados que van del colorado |
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Al negro pasando por toda la gama de castaños |
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El trabajo por ir afinando tipos y hechuras va dando sus frutos |
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Comparten el grupo algunas eralas sin tentar que deberán hacer méritos para quedarse |
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Trapío sin exageraciones |
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Alguna queda, de trapío imponente, que parece un toro... |
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... y que se comporta como un toro |
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Otras, aunque fuera de tipo son famosas |
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y otras que, simplemente perfectas, se saben guapas |
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y nos regalan posados |
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e imágenes que en este pasisaje definen lo que para mí es la belleza objetiva |
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Abandonamos el cercado de las madres |
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Para dirigirnos a la ribera |
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Donde tras los fresnos |
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y el agua helada del arroyo |
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nos esperan los novillos y añojos agrupados en diferentes lotes |
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Bajos, cortos de manos y de expresión noble |
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Uno altón que desentona junto al castaño clásico de Clairac |
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Este, si no pasa nada, tal vez tendrá la ocasión de padrear |
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Bajo, con cuello ya apunta su hechura, prototipo del Gamerocívico de Clairac |
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De buena familia, lejos queda ya el toro destartalado y cornalón |
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Erales del 3 comparten el enorme cerrado con los añojos que se recuperan del herradero |
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Algunos erales se van cuajando y dejan adivinar lo que serán en unos meses |
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Armonía de caras, rizos y mirada noble |
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Dejamos al grupo para ir a otro cercado |
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No se puede hacer más cuesta abajo |
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Arrogante... |
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y de pinta poco usual |
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Clairac puro |
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Este sencillamente perfecto |
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Otro con cara de toro antiguo, se encoge al vernos |
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Todos bien hechos |
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En unos meses un tacazo de novillo |
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Dejamos a los novillos para, en otra parte de la finca, visitar a los sementales que aguardan pacientemente en su cercado que llegue el día en el que perpetuar su bravura en las nuevas camadas de Clairac |
Sólo me queda mostrar una vez más mi sincero agradecimiento a los ganaderos y a Jesús Maza, mayoral de la ganadería, por su atención y por las facilidades que nos han puesto a la hora de elaborar este reportaje.
Excelente reportaje, Felipe! La belleza de estas imágenes hace que se nos pongan los pelos "engatillados". Gracias y ánimo para que nos puedas hacer disfrutar con más aportaciones.
ResponderEliminarDavid.
Yo me crié ahí en la Moral de Castro. Conocí a Don Leopoldo, a Doña Alfreda, y de "vista", a toda la familia (en verano me llevaban a misa a su capilla). El mayoral de entonces se llamaba "El Sr. Paco". Asistí a muchas tientas en Valdelama, con un silencio sepulcral,donde tomaban notas en una libretita del comportamiento de las becerras. Allí mismo en Valdelama vi a Juan Montero matar un semental de trece años. Los toros para la lidia los tenia en el cercado frente a las casas de la Moral, yo me pasaba horas detras de la pared viendoles, pues les daban de comer cerca de una charca que estaba divida por una pared, allí los veía a menos de diez metros. Les vi pegarse y vi como un vaquero (Frasco ?) A un toro le daba de comer en la mano.
ResponderEliminarYa de mayor, viví los triunfos en Mallorca y Barcelona, también e asistido, en la distancia, al declive de todo aquello de mi niñez y que jamas olvidare (tengo setenta años). Por eso ahora, al encontrar esta pagina, me alegro y les doy ánimos a batallar en ese dificilisimo mundo de los toros.
Cada año paso por la carretera de Garcirrey a la Aldehuela y cada tres por dos me paro a recordar. Mi abuela materna esta enterrada ahí, en el pequeño cementerio que había (tal vez haya desaparecido).
Tengo mil recuerdos de esa GANADERÍA.