Una vez escuché decir al maestro Antoñete que con sólo ver andar a una persona es suficiente para saber que lleva un torero dentro.
Sólo hay que ver de lejos a Juan Mateos, para darse cuenta que la afirmación del maestro era verdad.
Y por más que trates de quitarte importancia, de esforzarte por pasar desapercibido, en cada uno de tus gestos, ese torero que llevas dentro se rebela, aparece y se muestra con esa naturalidad que tienen los que de verdad son grandes en lo suyo.
La primera vez que coincidimos fue en un concurso de aficionados y recuerdo como si fuera ahora uno de esos comentarios que se escuchan en esos momentos de tensión anteriores a torear. Fue apenas un susurro, una confidencia entre espectadores: ¡ese tiene pinta de torero!
Tú seguiste a lo tuyo, quizás ni lo escuchaste.
Y yo para mis adentros y muerto de miedo, pensé ¡ya lo creo, no tengo nada que hacer!
Hoy después de algunas aventuras compartidas, me has demostrado que un aficionado puede llegar a torear con la suavidad y el gusto del más elegante de los toreros.
Por eso tu actuación del sábado 9 de abril de 2011 en Encina Hermosa, quizás sorprendiera a algunos.
Pero a mí no. El viaje ya valía la pena sólo por verte torear. Por eso compartir plaza contigo tenía el sabor inolvidable de aquellas propinas que recibíamos cuando niños.
Y triunfaste. Porque toreaste como eres.
Y eso que la mañana no empezó bien, pero te enfrentaste con raza a una becerra que ponía en apuros a los propios profesionales. No le perdiste la cara, cuando lo más fácil era saltar la tapia.
Pero después vino lo mejor, casi toda la tarde sobre la mano derecha.
Con ese respeto y esa generosidad hacia los compañeros que siempre has demostrado dictaste una lección con la añoja. Y otra con la erala. Y otra finalmente con el novillo, en el que te vi por momentos emocionado.
Lecciones de aficionado.
Lecciones de torero bueno.
Juan Mateos es aficionado práctico, triunfador del II Curso para Aficionados Prácticos en Encina Hermosa.
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