12 de noviembre de 2011. Cuarta Sesión del Taller Práctico de Tauromaquia para Aficionados.
El toreo de Andrés Vázquez es la definición de clasicismo. Fluye con la limpieza y la claridad de una melodía perfecta. No necesita de efectos ni estridencias. Es continuo y rítmico. Definitivamente perfecto.
Ayer honró nuestro taller con su visita. Se mostró natural y cercano.
Posiblemente deba pasar algún tiempo para que valoremos en su justa medida el privilegio que supuso recibir consejos de un torero de esta magnitud.
Nos contó muchas cosas y nos explicó el toreo a través de un símil delicioso:
“Se torea como se recibe una herencia: despacio, sin prisas. Hay que ser capaz de esperar a que llegue. Si te precipitas y quieres tomarla antes de tiempo, arruinas todo, incluso tu propia vida”.
De este modo hay que esperar a que llegue la embestida del toro. Aguantar pacientemente nervios y prisas. Esperar inmóvil a que meta la cara.
El muletazo ha de iniciarse en su momento. Si no el torero se descubre, el toro se descompone y la situación se violenta.
¡Qué valor se necesita!
Sólo después, dominada la situación, podrás disfrutar y entregarte en un muletazo que debe surgir completo, natural y redondo, sin la impostura del nuevo rico.
¡Qué difícil debe ser!
Nos habló de su admiración por Belmonte, de los toreros de su época, de su ilusión por reaparecer allá por Santiago para celebrar su cumpleaños y sus cincuenta años de alternativa, matando un toro.
Y como herencia final nos transmitió el secreto de su media verónica. Pero esto, perdonadme que no os lo cuente. He jurado no revelarlo.
Foto: Revista taurina Fiesta Española. www.todocoleccion.net
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