No podía esperar más tiempo sin verlos. Apreté el paso y, sin darme cuenta, estaba cruzando a la carrera aquella preciosa calle de la Estación.
Como tantas veces y antes de que nadie pudiera evitarlo, aquel mocoso estaba ya asomado al pretil del corral grande:
- ¿Qué hace ahí ese crío?
- No os preocupéis, estará ahí embobado toda la mañana. ¡Y en cuanto coma vuelve!
No recuerdo si eran 6 o 7 los funos perezosos que holgazaneaban repartidos alrededor de los comederos de piedra que salpicaban el corral.
¿Dónde estaría y cómo sería ese lugar mágico en el que era posible fabricar toros gemelos?
Seguramente el mayoral en el momento de embarcar despedía a cada toro con una caricia, pintando en sus lomos mulatos aquél listón castaño que los hacía a todos tan iguales.
Sin duda, venían de un sitio especial.
Algún día –me dije- iré a verlo…
Han pasado 35 años y a la voz de ¡va vaca! me despierto en La Moral de Castro, asomado en la tronera gris de un burladero de la placita de tientas de Clairac.
El ruido de las puertas de las corraletas acaba por sobrecogerme.
De nuevo estoy aquí. No me lo puedo creer.
La salida de la vaca me impresiona y ruego para mí que no tenga el genio tan encendido como el rojo de su piel: ¡que se deje!, ¡que me deje!
La torea el maestro Juan Bautista. No es tonta. En sus manos la vaca es buena, el pitón izquierdo extraordinario.
Estar aquí es un privilegio y disfruto de la faena, pero me impaciento: he tomado la decisión de salir.
Dorian Déjean, ha visto la vaca y se adelanta, ¡qué fastidio!
No importa, me consuelo pensando que es novillero y que cada pase que yo de se lo robaría a él de su aprendizaje.
En este punto el burladero se ha convertido ya en una prisión de la que siento la urgente necesidad de fugarme.
Finalmente estoy ante la res y dejo algunos naturales sueltos, suspiros de un tapia que cumple sueños y se libera de lo que ya se ven como antiguas espinas.
La “faena” no es gran cosa, pero en mi vanidad de aficionado me siento grande, feliz y agradecido por esta inmerecida oportunidad”.
Gracias a Marta y a Nacho por vuestra generosidad y por vuestra determinación para continuar criando los enrazados toros de Clairac.
Os dejo algunas imágenes de una jornada de tentadero con los maestros Juan Bautista y Luis González.
Los participantes en el tentadero |
La ganadera, el maestro André Viard y Rafael Aguado |
Juan Bautista |
Curro Robles |
Nacho, a cubierto. |
Luis González |
Felipe Romero, bonito tu relato así como las fotos del tentadero. Un abrazo de Mariano Cifuentes.
ResponderEliminarMe alegra que le guste D. Mariano. Hubo un recuerdo para usted durante el tentadero.
EliminarUn abrazo.