Hace algunos días que no escribo.
Está nevando en la calle y me doy cuenta de que estamos en invierno.
El año no ha hecho apenas nada más que comenzar y lo que para algunos sólo significa que hace frío, para otros supone que es tiempo de desperezarse y empezar a trabajar.
Nada se para y bajo un manto aparente de tierra yerma, abrasa la parva de la nueva temporada.
Ganaderos, empresarios, apoderados y toreros fijan planes y metas. Marcan en el calendario fechas de todo o nada. Graban en sus mentes el pensamiento de que este año va a ser.
Siempre he creído que los toreros deben ser capaces de reconocer en los números de algunos días del calendario el olor del herradero, de la marca imborrable que les acompañará para siempre.
Los aficionados, vamos conociendo fechas y carteles, anuncios de justas y gestos que nos van ilusionando y, como recentales despreocupados, discutimos entre nosotros a la espera de que lleguen las ferias.
Mientras tanto, casi en secreto, los toros se ponen y los toreros entrenan.
Taller de Tauromaquia en Arroyo de la Encomienda |
En Castilla el invierno de los prácticos no es diferente.
Hace unos días, bajo la dirección de Mario Campillo, nos hemos vuelto a reunir en la Plaza de Toros de Arroyo de La Encomienda.
¡Qué alegría ver como uno tras otro han venido todos los toreros de Valladolid!
Jugamos al toro y entre risas y bromas, nos regalan piropos y consejos
Miro atrás y me parece mentira como poco a poco vamos pareciendo una familia que cada día se hace más grande.
Hemos empezado a entrenar y unos más otros menos, ya vamos teniendo en la mente algunas fechas marcadas.
Enero con Mario, en marzo Clairac, Alizaces en verano y, si finalmente todo cuadra, 2 o 3 días en Tudela, son los naipes para un castillo de ilusiones con el que alegrar la cara de una realidad cada día más difícil.
Desafíos pendientes, faenas y lances ensayados. Relatos fantásticos que, en nuestra mente de aficionados, adquieren al llegar la noche categoría de realidad científica.
Os prometo compartirlos con vosotros.
Os invito a vivirlos conmigo.
De nuevo ha comenzado el tiempo de soñar.
Cuando se escribe con el corazón, todo sale solo y, sobre todo, bien y bonito.
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