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viernes, 29 de noviembre de 2013

La fuente de las emociones

Es frase de mi amigo Charly esta de que torear dibuja sonrisas. Él lo dijo un día al acabar una sesión de toreo de salón en la que se descubrió sonriendo mientras ligaba los pases uno detrás de otro.

Hoy la sonrisa la he descubierto en estos tres tipos del burladero. 



Mis amigos Nacho García Amado, Juan Mateos y Juanito Sanchez García viendo torear a un aficionado.

Me ha dado que pensar.

Entiendo que el toreo va mucho más allá de pasar o hacer pasar un animal con más o menos técnica, con más o menos ajuste.

El toreo se vuelve estéril si no consigue establecer una comunicación directa entre quien torea y el público que le ve torear.

El torero ha de tener algo que decir y un talento expresivo que provoque un diálogo con el espectador. Una capacidad de provocar las reacciones del público. El toreo es una fuente de emociones.

Y lo digo en plural porque -y tal vez en ello resida la enorme y necesaria diversidad del toreo- las emociones son muchas y muy diferentes. Todas igualmente válidas para el buen aficionado.


El miedo y la angustia del toreo tremendista,
 
Antonio José Galán entrando a matar sin muleta

La tensión del toreo de lucha y de poder,

Roberto Domínguez doblándose con el toro de Miura

El alivio que produce el dominio,
 

Manili se desplanta con un Miura

La sorpresa y el sobresalto del toreo de pellizco,
 

Pepín Jiménez en Madrid


La concentración y la atención extrema del toreo profundo,

Diego Urdiales a un Victorino
La felicidad tranquila del toreo relajado y natural, 

Juan Mora en Madrid


El enfado y la bronca ante la expectativa que se frustra.

El Cordobés en Pamplona


Por eso el que aspira a torear (entiendo que el que torea ya lo ha hecho aunque con algunos a veces tenga mis dudas), debe buscarse hasta encontrar cual es el mensaje de su toreo y construir en cada faena, a través del toro, un discurso en el ruedo.

Y por eso tal vez tenga algo de mezquina la actitud que algunos mantienen al juzgar la actuación de los toreros a la única luz del mayor o menor ajuste a unos cánones en la mayoría de los casos discutibles.

Porque el que va a los toros, debería ir con ojos y oídos bien abiertos, dispuesto a involucrarse en la actuación de los toreros completando con su actitud ese diálogo con el artista sin el cual el toreo tal vez no sea más que una hueca sucesión de faenas sinsentido.



3 comentarios:

  1. Curioso e interesante artículo, aplicable a todas las pasiones que uno puede tener en la vida al margen del mundo del toro, y como siempre, muy bueno.

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  2. Magnífica entrada. Je partage à 100%. "Quel est ton discours?" doit demander le public au torero. Le reste, c'est la syntaxe pour l'exprimer, l'orthographe pour l'écrire. Importante, la syntaxe, bien sûr, et l'orthographe aussi. Mais un beau poème original, même avec des fautes, vaut mille fois plus qu'une lettre administrative sans erreur d'écriture. Un abrazo.

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    1. Claro Jack ¡qué bien lo explicas!.
      Por eso al hablar del toreo y de su técnica muchas veces nos olvidamos de lo principal. Cuando la gente se hace la pregunta ¿hoy se torea mejor que nunca?, mi respuesta es sí y no. Sí, hoy el conocimiento técnico está más depurado que nunca, pero eso no quiere decir que hoy estén en los ruedos los artistas mejores y más capaces.

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