Me gusta la referencia porque no son músicos profesionales. Son aficionados que disfrutan de dar lo mejor de sí mismos sobre las tablas del escenario de la casa de los ladrillos coloráos, frente a su público favorito: la familia, los amigos y alguno que se cuela…
Una vez allí se entregan hasta el límite de su capacidad buscando imponer su primacía en cada actuación. En realidad lo hacen a cambio de nada, de la satisfacción de haber sido mejores cada año.
Y en base a un mismo repertorio, por lo general cortito, son capaces de expresarse de formas muy diferentes y establecer una hermosa, sincera y descarnada competencia, haciendo las 2 cosas que más les gustan: cantar y hablar del carnaval.
Algo parecido pasa entre los diferentes grupos de aficionados prácticos.
El sábado pasado un grupo de amigos cerramos el año en La Cigoñera, un antiguo feudo bravo que todavía resiste entre los mares de cereal de la Tierra de Campos.
Cuando llegas allí, no te explicas cómo aquello puede existir.
Pisando las hojas caídas de la otoñada, llegas a la placita de tientas. Apenas una corraleta en la que parece que el tiempo se detuvo hace muchos años. En la umbría la helada ha endurecido las huellas de antiguas embestidas. Presagia que sólo dispondremos de poco más que la mitad de los terrenos.
Me veo vestido de gris y me alegro. Creo que va con el sitio. Pienso que va a ser día de toreo en blanco y negro. De pana y franela.
Entre el frío de la mañana, detrás de unas pacas de paja, la meada del miedo humea contra el suelo como si el torero ardiera por dentro.
Me acuerdo de los gallistas de facebook y por un momento pienso ¡aquí os querría ver a algunos!
- ¿Qué vamos a torear?
- Atanasio - Lisardo. Bueno también hay algo de una prueba de un cruce de Adelaida con un toro de Palha. No te preocupes, sale bueno.
- Vale, vale, no me cuentes.
Prefiero no saber, pero me sorprendo pensando la gracia que me hace a mí eso del “monoencaste.” Un día pediré a mi amigo Juanito Sánchez que os cuente lo que se pasan por la faja los prácticos de Castilla.
A la voz de ¡Vamos que luego es tarde! van saliendo una tras otra las 6 vacas que el ganadero tenía preparadas.
Y ahí, en este tirititrán castellano salieron a torear uno tras otro mis amigos, dispuestos a poder con lo que saliera, decididos a dejar en ese corral su huella torera, a borrar al anterior y comprometer al siguiente.
Generosos en el consejo al compañero y exagerados en el elogio, veo destilar en ellos la esencia de la afición, componiendo un tres por cuatro torero que pondrá música a este invierno que nos llega.
Aquí os dejo tres notas de cada uno de estos cuatro amigos, tres compases de cuatro formas muy distintas de torear.
Juan Mateos o la importancia de empezar bien |
Irse detrás del muletazo |
y estar por encima del animal |
Juan Sánchez García o la importancia de poder y mandar en la embestida |
de la sinceridad en el toreo |
y el afán por mejorar |
Nacho García Amado, la variedad y la frescura |
la profundidad |
y la entrega |
De este prefiero no decir nada... |
Fotografías de José Ignacio Aguado
Salvando las lógicas distancias (léase tamaño de las reses) una sucesión de muletazos maravillosos con poco o nada que envidiar a los profesionales
ResponderEliminarUn saludo
Muchas gracias José por tu exagerado comentario. Espero que en este próximo año tengamos ocasión de compartir algún ratico de campo. Un abrazo.
Eliminar