Claro está que el desempleo, la pobreza creciente, la huida de nuestros jóvenes o la despoblación del mundo rural son para ellos sin duda asuntos menos necesarios o cuya atención no resulta tan urgente.
Resulta, dicen, que es imperiosamente necesario dar respuesta inmediata a la voluntad social persistente que se manifiesta de forma pública y notoria a través de movilizaciones públicas.
Quieren contribuir con ello al mantenimiento del orden público y a la dignificación de los festejos populares.
Lo que nos quieren decir, se entiende mejor dicho de otro modo y de forma más clarita:
A nuestros políticos les resulta más rentable plegarse a las presiones de grupos mediáticos y animalistas que cumplir con su obligación y defender lo que está en los cimientos del patrimonio cultural de nuestros pueblos.
Acobardados y carentes de discurso, dan por válida una ética social dictada por una minoría ruidosa y violenta que se ha servido de la alteración del orden público, del chantaje y del insulto para imponer sus criterios. La que se apena de la muerte del toro y celebra la del torero. La que nos llama asesinos simplemente por asistir a un espectáculo legal.
Pero nuestros políticos no hacen caso de las manifestaciones multitudinarias y pacíficas con que los aficionados a la tauromaquia han defendido su derecho a la cultura.
Y como siempre, en un nuevo ejercicio de cinismo, dicen aquello de “yo no prohíbo el toro vega simplemente le exijo que lo adapte a lo que yo le diga, y si no me gusta pues no se lo autorizo”.
Cuando dicen ¡que corra el toro, pero sin muerte! demuestran a la vez su desprecio y su desconocimiento hacia lo que es la esencia de esta manifestación de la tauromaquia popular.
Si hay que ser muy necio para confundir el boxeo y el ballet, (actividades tan nobles ambas como radicalmente diferentes), igualmente necio es quien crea que puede travestirse el torneo del toro vega en una suerte de encierro simulado.
Hoy, a pesar de este ataque absurdo e innecesario y por más que muchos no lo entiendan, la tauromaquia, cruenta sí pero nunca cruel, sigue siendo para miles de aficionados escuela de vida, base cultural y expresión de la libertad de nuestros pueblos.
Porque es en el toro vega y en las tauromaquias donde muchos reconocemos los verdaderos valores: la importancia de la vida sobre la muerte, la superación personal, la solidaridad, la entrega incondicional hacia quien no necesitas conocer, o el triunfo de la inteligencia frente a la fuerza.
La visión a corto plazo y la cobardía de los políticos. La mezquindad, la ignorancia, la simpleza y la ñoñería de los animalistas se imponen estos días.
Basta ya de medias tintas, de permanecer al pairo de la corrección política y en la ensoñación de que la tauromaquia está a salvo.
Hora es de defender la libertad de un pueblo a celebrar su fiesta. Hora es de defender nuestra dignidad frente al insulto y el desprecio. Hora es de proclamar que nuestra ética no es inferior. Hora es de defender nuestras creencias y nuestra cultura.
482 años de toros en la vega de Tordesillas, no mataron al toro. Al toro lo han matado la ignorancia, la cobardía y la debilidad de unos políticos que no han sabido estar a la altura de los cargos que ocupan.
Hoy, a pesar de este ataque absurdo e innecesario y por más que muchos no lo entiendan, la tauromaquia, cruenta sí pero nunca cruel, sigue siendo para miles de aficionados escuela de vida, base cultural y expresión de la libertad de nuestros pueblos.
Porque es en el toro vega y en las tauromaquias donde muchos reconocemos los verdaderos valores: la importancia de la vida sobre la muerte, la superación personal, la solidaridad, la entrega incondicional hacia quien no necesitas conocer, o el triunfo de la inteligencia frente a la fuerza.
La visión a corto plazo y la cobardía de los políticos. La mezquindad, la ignorancia, la simpleza y la ñoñería de los animalistas se imponen estos días.
Basta ya de medias tintas, de permanecer al pairo de la corrección política y en la ensoñación de que la tauromaquia está a salvo.
Hora es de defender la libertad de un pueblo a celebrar su fiesta. Hora es de defender nuestra dignidad frente al insulto y el desprecio. Hora es de proclamar que nuestra ética no es inferior. Hora es de defender nuestras creencias y nuestra cultura.
482 años de toros en la vega de Tordesillas, no mataron al toro. Al toro lo han matado la ignorancia, la cobardía y la debilidad de unos políticos que no han sabido estar a la altura de los cargos que ocupan.
Oéeeeeee Felipe comparto totalmente lo que manifiestas!!!
ResponderEliminarOéeeeeee Felipe comparto totalmente lo que manifiestas!!!
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