Somos felices en nuestro taller jugando al toro.
Aprendemos y practicamos las suertes. Incluso nos sentimos por instantes toreros. Pero ¡que nadie se lo crea!. Los toreros son otra cosa.
He sentido la necesidad de escribir esta nota al saber de la muerte de Adrián Gómez.
Desde el festival de Vistalegre, apenas habíamos tenido noticias del torero caído, vencido he leido en alguna reseña.
Y me ha parecido que no es justo describir a Adrián como un torero vencido.
El toro no le dio gloria, ni dinero, ni fama y sin embargo se ha publicado que pocos días antes de morir miraba hacia el futuro y declaraba no sentir rencor hacia el toro.
Un ejemplo que desde este taller apreciamos y para el que con el mayor respeto dedicamos no un minuto de silencio, sino una sentida ovación.
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